Viaje a la Tierra del Viento

Era un agradable día de viaje, apenas amanecía y ya Parukia estaba viajando hacia distintos lugares como siempre lo hacía, ahora se encontraba en un bosque lleno de vida, se sentía en los árboles la escencia de la vida, tocar un árbol permitía al elfo alegrarse y eliminar la impureza de su cuerpo, cada árbol era tan puro, el elfo sin duda estaba feliz, alegre de tanta flora, se agachó bajo un árbol para acariciar levemente el pasto, la hierba verde que le hablaba, o eso parecía aunque no se escuchara nada, Parukia podía sentir lo que este le decía, le comunicaba tantas cosas, el pasado en el lugar e incluso el presente, le indicaba lo que había a su alrededor, ciervos, hadas, entre otras muchas cosas, pero sabía como su raza que las ninjas no aparecerían ante extraños, por lo que no se acercó a ninguna, en cambio debía comer algo, por lo que se levantó de ahí y empezó a caminar a paso ligero pero rápido por entre los árboles procurando la máxima sigilosidad posible, no por los habitantes del lugar, sinó por los viajeros, sabía que estaba siendo observado por gran cantidad de Feericos de la Diosa Wina pero no era un intruso y tenía como comprobarlo, aunque no era algo necesario ya que dudaba con encontrarse con alguna de frente que lo detuviera, así llegó a la base de un frondoso árbol, ahí se agachó y miró unas setas comestibles, por lo que las arrancó del suelo, y del mismo lugar plantó unas semillas de frutos de días pasados y se volvió a levantar con las setas en mano.

Y así le dió una mordida a una de las 5 setas que arrancó y su lengua saborió ese agradable sabor, estaba deliciosa y jugosa, perfecta para su gusto, tanto así que se terminó los 5 hongos sin guardarse ninguno de su delicia, así ya era hora de descansar un poco, bueno no realmente, pero no tenía la necesidad de seguir andando por el bosque, y era un perfecto lugar para darse el lujo de echarse una siesta, por lo que se sentó y arrecostó su espalda sobre el árbol y su cabeza en él empezó a descansar, cerrando lentamente sus ojos y sentir sobre sus partes desnudas, su rostro y manos, el suave viento que le acaricia todo lo posible, algunas partes inertes por la ropa, pero otras se sentía un cosquilleo, sobre todo por su cabello que se movía sin parar, pero a la vez se sentía relajante, por lo que rápidamente quedó dormido, pero eso no le quitaba que estaba alerta ante sonidos y cambios, tenía una mano sobre el pasto y la otra sobre su estómago.