Sex, drugs & Rock 'nd Roll;

Alanna se sentía bien con aquel beso, quizás algunos remordimientos asomaran a su mente, porque pensaba que lo que hacía no estaba bien, que él no era suyo y no tenía derecho. Pero por alguna extraña razón que escapaba de su razón, no le importaban sus propios pensamientos. Quería besarle, lo estaba haciendo y lo disfrutaba. Un breve escalofrío recorrió su espalda cuando sintió sus manos frías en la cintura y su dedo recorriendo su espalda. Pensó en un acto reflejo que eso se lo habría hecho a muchas, que sus labios habrían besado cientos de labios femeninos antes, e instantáneamente se sintió insegura. Poca cosa. Ella nunca había besado, nunca había tenido contacto si quiera con una persona del sexo opuesto. Tenía miedo de que sus besos no fueran del agrado del chico.

Pero, para la sorpresa de la peliverde el que paró el beso fue Shiro. Alanna lo miró a los ojos, con un leve rubor en sus mejillas, que parecía no irse, y que probablemente fuera producido por la sensación que sentía de calor y de no ser ella misma en aquellos momentos. Acto seguido, Shiro la llevó de la mano a una habitación, que supuso era la sala VIP que antes le había mencionado. Cuando entraron, todo estaba totalmente en silencio y solitario. La música y el gentío de afuera parecían no existir allí, y le gustaba en cierta manera cómo estaba todo colocado y decorado. Escuchó las palabras de Shiro y asintió vagamente.

No prestó mucha atención a las botellas que se juntaban en una pequeña mesa, a pesar de que se acercó a ver si podía beber algo, aunque no conocía aquellas bebidas. Ni siquiera conocía el sabor del alcohol, pero mirando, le gusto el color que se veía a través del vidrio de una de las botellas. Era morado, y en la pegatina de delante se podía leer 'Vodka Violet'. Bueno, tenía sentido teniendo en cuenta que eso significaba violeta. Alanna se preguntó a que sabría y cogió un vaso que había al lado y se sirvió un poco, para probarlo. Cuando tomó un sorbo, la garganta parecía quemarle y estuvo a punto de escupirlo, pero lo aguantó. Descubrió que tenía un cierto gusto a piruleta, así que se llevó el vaso y se sentó en el sofá junto a Shiro, el cual se había sentado en algún momento mientras ella daba vueltas.

-Es un lugar bonito.- Dijo ella sin mucho interés, ciertamente. Tenía ganas de probar esa cachimba que le había dicho anteriormente. Aunque no sabía ni que era ni cómo se usaba, estaba desarrollando un inesperado y repentino interés por todo lo que rodeaba a ese chico, todo lo que no conocía y que probablemente sería malo para ella. Pero esa noche le atraía lo malo, parecía ser.

Sentía calor, y no era por el lugar, ya la sentía antes. No vió manera de sofocarla, así que se desabrochó un poco los primeros botones de la camisa que llevaba, quizás así solucionara algo. Dio un sorbo a su bebida, y sonrió sin saber por qué, le gustaba ese escozor en su garganta. Después miró a Shiro, no le había hablado desde que se habían metido en esa habitación y parecía extraño después de aquel beso. Ella, sentada a su lado, se sintió divertida y, arrastrandose un poco sobre el sofá se acercó a él y se puso de rodillas sentada en el sofá, a su lado.
-No me hablas. ¿Es que no te gustan mis besos?.-Alanna se llevó un dedo a sus labios, ladeando levemente su cabeza. Parecía inocente y tentadora a la vez, con la camisa media abierta, el rubor en sus mejillas y ese leve brillo de picardía en sus ojos. Tenía unas extrañas ganas de provocarle, tratarlo cómo él la había tratado hasta ahora.

Miró a su alrededor sin prestar mucho interés en lo que había. Prácticamente se sabía de memoria todas las cosas. Después, fijó su mirada en ella. No esperaba verla rebuscando entre las bebidas alcohólicas, aunque terminó cogiendo algo que no tenía demasiados grados. No sabía si eso era bueno o malo. Por un lado, borracha sería más fácil, tan fácil como quitarle un caramelo a un bebé. Pero esos métodos eran demasiado típicos. Era un reto que ella lo hiciera porque quisiera, algo que él se había propuesto. Y si veía que ella estaba borracha no haría nada.. o intentaría no hacerlo.

Cogió otra botella de vodka blanco y se bebió media botella en el primer trago. Tenía un sabor tan diferente al whisky.. pero no le desagradaba, era quizás más suave, aunque ya ninguna bebida le ardía en la garganta. Echaba de menos esa sensación. Era desagradable pero a él acabó encantándole, hasta que dejó de sentirla.

Con la botella en la mano se tiró en plancha al sofá, de espaldas, y nada más caer dio un nuevo sorbo. Qué tranquilidad había en ese momento, en esa habitación. Y sin embargo, sentía que algo iba mal. Lo sintió más aún cuando Alanna se le acercó de esa manera, sonrojada y con la camisa desabrochada en parte. Parecía algo ebria, pero no había bebido. Apenas la había visto dar un sorbo del Vodka Violet.

Su mirada se desviaba hacia sus senos, que asomaban por los huecos abiertos de la camisa. No aguantaría mucho más, lo tenía claro. Pero de momento la conocía lo suficiente como para saber que esa no era una pregunta que ella hubiera realizado así sin más.-Claro que me gustan, es sólo que te noto algo extraña, pero supongo que son cosas mí..-La puerta se abrió de golpe y Ricky entró con una cachimba que media más o menos la mitad que él y la dejó en el suelo, al lado del sofá.-Luego me pagas tío.-Un leve comentario de Ricky, quien se acercó a su oído.-La de hoy es especialmente guapa ¿Eh? No sé cómo lo haces, cabrón.-Le dio un golpe en el brazo, suave, y salió por donde mismo vino, cerrando la puerta y colocando el cartel en rojo.

-Esto es de lo que te hablaba.-Llegaba en el momento perfecto para poder distraerse con eso. Cogió la manguera del suelo y se la llevó a los labios.-No es muy difícil, sólo tienes que soltar un poco de aire y después cogerlo de este tubo. Una vez no puedas más, lo echas al aire. Mira.- Inspiró fuertemente de la mangera que tenía en la mano, se la retiró de la boca y echó el humo, blanco, espeso, como una pequeña nube. Le pasó la manguera a ella.-¿Te interesa probar?-No sabía si era buena idea. Eso podía subirle aún más el alcohol que casi no había tomado. Pero bueno, después volverían a Idhún y se recuperaría rápido gracias a la magia de aquel mundo.

Shiro había dicho que la veía extraña. Después había entrado el camarero, y ella se había sentado algo mejor, pensativa, mientras ambos hablaban un momento. Sí, era cierto que estaba algo rara, pero ni ella misma sabía por qué. Pero le gustaba estar así, o al menos eso creía en ese momento. Se sentía bien, con ganas de vivir, con alegría, picardía y ganas de intentar cualquier cosa, pero también con mucha calor, y con ganas de besar a aquel chico durante todo el tiempo que pudiera. Y eso incluso a ella misma le resultaba raro, porque si, antes incluso de llegar a aquella discoteca, ya había sentido las ganas de besarle. Pero esas eran unas ganas moderadas, no cómo las que sentía ahora. Sentía algo parecido a la desesperación y buscaba cualquier pretexto para acercarse a sus labios. Aunque bueno, había sacado algo bueno de aquella pregunta, al menos había averiguado que si le gustaban sus besos, y eso la hacía sentir un poco mejor. Cómo si entonces por saber eso, pudiera hacer cualquier cosa.

Miró cómo Shiro fumaba de aquel curioso aparato, y se fijó en los detalles de cómo colocaba los labios cómo aspiraba y cómo lo soltaba. Quería hacerlo bien, o al menos no hacer el ridículo. Cuando el chico le tendió la manguera, ella esperó un momento, cogió toda su cabellera y la echó hacía el lado contrario del chico, dejando descubierta esa parte del cuello. El calor continuaba, y no podía negar que el calor que daba ese cabello era bastante alto. Después de ese breve lapsus, cogió la manguera y se la llevó a los labios. Aspiró y sintió un ligero picor en la garganta cuando había cogido demasiado aire, así que paró y lo echó lentamente. De sus labios salió una nube de humo, similar a la que había salido de los labios de Shiro, y ella sonrió contenta.

-Es alucinante, y además sabe a manzana.- Dijo Alanna mientras sonreía, volviendo a fumar de la cachimba y recostandose sobre el respaldo del sofá y cerró los ojos, echando lentamente el humo que ascendía hacía el techo. Se sentía bien, a gusto, aunque ciertamente ese no era su mundo. ¿Quizás por eso se sentía tan acalorada, porqué no estaba en Idhun? Quizás la falta de naturaleza le estuviera provocando algún tipo de reacción, pero a pesar de todo, no creía que fuera malo del todo. Aunque sus pensamientos comenzaban a nublarse y a no ver las cosas con la misma claridad que antes, pero estaba bien.

Volvió a fumar y retuvo el humo. Quería intentar lo que había visto antes en la otra sala del bar. Dos personas se acercaban entreabrían un poco sus labios y se pasaban el humo. Cogió ligeramente el rostro de Shiro y se acercó a él hasta que sus labios se rozaron y entonces, soltó el humo lentamente, para que él se diera cuenta y pudiera aspirarlo. Aunque después él tuvo que echar el humo que le había pasado, se quedaron a la misma distancia a la que estaban. Alanna lo miró a los ojos, y esas ganas impredecibles de tener contacto con él se apoderaron y decidieron provocarle. La lengua de Alanna recorrió los labios de Shiro, relamiendo los suyos propios después, cómo si quisiera robarle el sabor. Después, se inclinó un poco sobre él y besó su cuello, dando un pequeño mordisco en él. Se separó y lo miró a los ojos con una mirada inocente y una sonrisa divertida. Así no era Alanna, pero era una faceta salida de la nada que provocaba y podía gustar más a Shiro que la inocente y tonta unicornio de Idhún.

La observó fumar suavemente de la cachimba, sorprendiéndole bastante el hecho de que no tosiera. Incluso él lo hizo la primera vez hace ya decenas de años. Recordó esa primera vez, el odio que sentía hacia todo y las ganas de rebelarse, de hacerlo mal, de ir al revés. Recordó que le pareció demasiado suave y que prefirió pedir un cigarro a una de las personas que lo acompañaban. Qué bien se sintió siendo moralmente incorrecto. Volvió al presente cuando Alanna daba ya su segunda calada. -¿Bien?-Preguntó animado, con una sonrisa en los labios, pero sin recibir respuesta sintió las uñas de la peliverde clavarse en su barbilla mientras se acercaba a él. ¿Qué estaba intentando?¿Qué demonios? Esta chica cada vez le sorprendía más. Pero no se negó a recibir el humo que su boca había albergado durante unos segundos. Sus labios seguían rozándose al separarse mientras una leve barrera de humo completamente blanco se dispersaba lentamente una vez Shiro lo había impulsado hacia el exterior.
La miró a los ojos. Tenía lo que quería. Algo le decía que a la vez que el humo Alanna le había donado algo más, un poco de amor quizás, deseo sexual más que nada. Su lengua dejó húmedos sus labios pero con el siguiente mordisco no fue lo único que quedó húmedo. La miró de arriba abajo y no lo soportó más.
Se incorporó poniéndose de rodillas en el sofá, tiró a Alanna hacia atrás de golpe, sin dejar que ella se lo esperara. Por suerte la manguera de la cachimba había quedado en el suelo sin causar daños colaterales. Una vez encima de Alanna comenzó a morder su cuello, a lamerlo, acariciando a la vez con su mano derecha su espalda mientras la izquierda se mantenía al lado de la cabeza de Alanna, guardando el equilibrio. Todo era rápido, desenfrenado. Su mano derecha se coló por su camisa, acariciando la piel, mientras sus labios rozaban la barbilla y subían a sus labios, mordiendo el inferior y obligando a Alanna a abrirlos. Aprovechó el momento para besarla de una manera bestial, descontrolada, que ni él mismo sabía que podía hacer. Se separó de golpe y se acercó a su oído, susurrando con una voz seria, controlándose como podía.- Debería parar ahora. ¿O quieres que siga?