Vuelo a Celestia (Privado)

Esa tarde en la que ya casi anochecia, decidí dar un paseo por Celestia, más concretamente por la ciudad de los pajaros dorados, Haai-Shil. Tomé mi forma de serpiente para poder llegar hasta allí, ya que, originalmente estaba en Nanhai, las bajas temperaturas de esos lugares eran perfectas para un shek, pero allí poca gente habia más que los gigantes, y aunque no me fuera mucho lo de la compañia humana o de otras razas, debia comprar viveres y demás cosas. Desplegar las alas por el cielo idhunita daba una sensacion de libertad impresionante, de siempre estar recluido en ese cuerpo humano, estar así era como si ya no tuviera que esconderme. Aterrizé a las fueras de Haai-Shil, en un rio que si no me equivoco era el Ilvar. El cambio de temperaturas era fuerte, y de repente tuve mucha calor. Asi que al tocar la tierra me volví humano de nuevo y me quite la camisa que llevaba, acercandome al río y dejando la espada y la ropa a mi lado. Cogi agua en abundancia y me la eché en la cara, dejando que cayera por mi pecho y después echando una poco más en mi cuello, la cual calló por la espalda. El contacto del agua con el tatuaje hizo que sintiera el agua volviendose cada vez más fría. Después de hacer esto, me senté debajo de un árbol, observando el paisaje, pensativo. Queria descansar un poco, aún me llevaria más o menos media hora en llega a la ciudad principal para comprar todo lo que me hacia falta, y después no tenia ni idea de donde podia ir. Pero eso nunca fue un problema para mí. Siempre solia irradiar frío e indiferencia, y la gente se asustaba de mí a pesar de que no movia un dedo para hacerles mal. Pero supongo que son cosas de razas, a mi me da igual toda esa mierda. Cerré momentaneamente los ojos, el flequillo me goteaba por haberlo mojado antes. Al abrir los ojos lo primero que ví fue el trozo del tatuaje que asomaba por mi cintura, asi de grande era. Lo toqué ligeramente y no sentí nada, estaba demasiado acostumbrado al frío como para sentir algo ya. Todavia no me habia puesto la camisa, queria secarme antes de usarla de nuevo. Asi que la dejé a mi lado junto con la espada, coloqué una de mis manos en una daga, sin que se pudiera ver, por si aparecia alguien por alli que me hubiera visto en mi verdadera forma, seguramente vendria a atacarme asi que no me quedaba de otra. Cerré los ojos y respire hondo. No iba a dormirme, estaba bastante descansado y mi limite estaba muy lejos del de los demás, pero me gustaba cerrar los ojos y relajarme así, aunque a mi mente acudian imagenes del pasado que poco me importaban ya.

Estaba rememorando momentos del pasado, y eso solo hacia que irradiara más frio e indiferencia. Ni siquiera sabia cuando habia dejado de sentir tristeza o sentimientos como esos a causa de estos molestos recuerdos. Ya poco me importaba, sabía que no volvería a ver a nadie del pasado, y sabia que los muertos no vuelven a la vida. Asi que lo único que me quedaba era continuar un camino que cada vez era más solitario. Pero para un shek eso no tiene importancia. Para mí vivir en Idhún era lo más importante. Solo queria documentarme por la historia de éste lugar, saber lo que ocurrió antes, con el Séptimo y con la huida de los sheks a otro mundo. Esa historia ahora esta vedada para la gente, no querian recordar malos momentos y querian reescribir su historia. Los humanos son tan inocentes.

Levanté el rostro, sin abrir los ojos. Hacia rato que lo sentía. Allí había alguien más. Pero o no se atrevía a salir o estaba planeando un ataque contra mí. Pero aún teniendo los ojos cerrados pude sentir que no estaba muy lejos, quizás en los árboles de enfrente. Abrí los ojos lentamente y miré al frente. Sin duda allí habia algo o alguien, quien sabe.- Sal de ahí y deja de esconderte. Es ridículo.-dije en voz lo suficientemente alta para que me escuchase. No me gustaba que me miraran con curiosidad o con miedo, no era nada del otro mundo, simplemente pertenecia a la raza a la que todos odiaban. Me levanté de allí, enfundando de nuevo la daga y con gesto tranquilo me acerqué de nuevo al río, bebiendo esta vez del agua fria que corría por allí. Me quedé mirando al frente, esperando que esa persona saliera de ahí. Probablemente no aguantaria mucho mi caracter o el simple hecho de estar con un shek, asi que pronto me iria a la ciudad de Haai-Sil.

No era lo que más me gustaba, andar con humanos, gente mucho mas sentida que los de mi raza. Entre ellos mi shek interior se sentia atrapado, con ansias de gritar y salir de entre tantos sangrecaliente. En Nanhai donde antes estaba los pocos gigantes que vivian allí, forjaban espadas y pudieron arreglar y afilar todas mis armas, a ellos poco les importaba que yo fuera una serpiente, tampoco que volara por allí en mi verdader forma, además su clima era perfecto, estaba seguro que por las imnumerables cuevas que habia escondidas por alli estaban llenas de shek que no pudieron cruzar al otro lado.